Alejado de la política, el exvicepresidente Carlos “Chacho” Álvarez se mantiene apartado de los medios y enfocado en la reflexión personal. Desde su mesa habitual en un bar porteño, analiza el presente y revisita su pasado con mirada crítica.

A sus 76 años, y con salud delicada, Álvarez evita entrevistas y considera que no tiene autoridad política para opinar. Define su retiro como una forma de “autocastigo” por haber, según él, “decepcionado a millones de argentinos” tras la caída del gobierno de la Alianza. Nunca tramitó su pensión como vicepresidente.

En conversaciones con allegados, critica tanto al peronismo como a la política actual, a la que ve marcada por la falta de consensos. También cuestiona la figura de Javier Milei, a quien ve como un outsider que necesita apoyos para gobernar. “Soy un político del siglo XX, no entiendo nada”, afirma.

Su renuncia en octubre de 2000, motivada por denuncias de sobornos en el Senado, fue un hecho clave que aceleró la crisis institucional de ese período. Desde entonces, rechazó volver a cargos públicos y sólo aceptó un rol técnico en el Mercosur. Hoy, su figura permanece como símbolo de una etapa que sigue generando debate.

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