Tres días después del espectacular asalto que conmocionó a París, el museo reabrió parcialmente sus galerías. Sin embargo, la Sala Apolo —donde se exhibían las joyas imperiales robadas— permanece clausurada por seguridad.
El Museo del Louvre, epicentro del arte mundial, volvió a recibir visitantes luego del robo que sacudió a Francia. Tres días después del hecho, las autoridades decidieron reabrir gran parte del edificio, aunque la emblemática Sala Apolo, escenario del crimen, continúa cerrada. La decisión busca preservar la evidencia y revisar los sistemas de vigilancia del museo.
El asalto, ocurrido a plena luz del día, tuvo un impacto internacional. Las joyas robadas, valoradas en millones de euros, formaban parte de una de las colecciones más antiguas del patrimonio francés. El robo no solo significó una pérdida material, sino también simbólica: piezas de valor histórico incalculable fueron sustraídas sin que los sistemas de alarma reaccionaran a tiempo.
Desde el Ministerio de Cultura francés confirmaron que se reforzarán los protocolos de seguridad y se revisarán los contratos de las empresas que operan los sistemas tecnológicos del museo. “No descansaremos hasta esclarecer los hechos”, expresó el ministro en conferencia de prensa.
Mientras tanto, el público volvió al Louvre con una mezcla de curiosidad y preocupación. Algunos visitantes se acercaron especialmente para ver el lugar del robo, aunque sólo pudieron observarlo desde lejos.
La reapertura parcial busca enviar un mensaje de resiliencia cultural: el arte, pese a todo, continúa. Sin embargo, el cierre de la Sala Apolo recuerda que el Louvre —como el mundo entero— aún se recupera del golpe más cinematográfico que haya sufrido en su historia reciente







