El ministro de Defensa, que el 10 de diciembre pasará a ocupar una banca en diputados por Mendoza, destacó que estas unidades permiten recorrer el territorio en tiempos mínimos gracias a su velocidad y equipamiento avanzado. Señaló que este salto tecnológico garantiza una supervisión sostenida del espacio aéreo y marítimo, recuperando operaciones que durante años estuvieron limitadas por la falta de aviones supersónicos.
Para Luis Petri, la llegada de los aviones de combate F-16 constituye un punto de quiebre en la política de defensa argentina. Según el ministro, esta incorporación no solo revitaliza las capacidades operativas de la Fuerza Aérea, sino que también marca el inicio de un proceso de modernización que había sido relegado durante años. En su visión, el país vuelve a contar con un sistema de interceptación que puede responder a las exigencias actuales, en línea con los estándares de otras fuerzas aéreas de la región.
La adquisición de estas aeronaves fue el resultado de meses de negociaciones internacionales que involucraron acuerdos técnicos, certificaciones y acompañamiento logístico. El paquete de compra incluyó 24 unidades F-16, junto con repuestos, simuladores, manuales operativos y un esquema de entrenamiento para pilotos y mecánicos argentinos. Petri remarcó que este ecosistema de soporte es clave para garantizar que el sistema de armas funcione de manera sostenida y no se convierta en equipamiento subutilizado, como ocurrió con otras flotas en el pasado.
La incorporación de los F-16 también impulsó una transformación en la infraestructura militar existente. La VI Brigada Aérea de Tandil fue objeto de mejoras estructurales para poder recibir y operar las nuevas aeronaves: se reacondicionaron hangares, se reforzaron pistas y se modernizaron sistemas de abastecimiento, comunicaciones y mantenimiento en tierra. Estas adaptaciones permiten que la Fuerza Aérea disponga de las condiciones necesarias para integrar los cazas de manera efectiva y segura.
El arribo de los F-16 reabrió además un debate sobre el rol de la defensa en la planificación nacional. Mientras algunos sectores cuestionaron la inversión, Petri defendió la operación como la más trascendente para las Fuerzas Armadas en décadas, recordando que Argentina no contaba con aviones supersónicos desde la retirada de los Mirage. Enfatizó que recuperar la capacidad de interceptación es fundamental para la protección de la soberanía, la vigilancia de los recursos naturales y la prevención de actividades ilícitas en zonas estratégicas.
En paralelo, analistas y especialistas en defensa señalaron que, si bien los F-16 representan un salto cualitativo, también es necesario acompañar esta incorporación con planes de largo plazo para fortalecer el presupuesto operativo, profesionalizar aún más al personal y modernizar otros sistemas que quedaron obsoletos. Petri, sin embargo, sostiene que esta compra constituye el primer paso de un proceso más amplio que permitirá reposicionar a la Argentina en el plano regional y mejorar su interoperabilidad con países aliados.
De cara a su próximo rol como diputado por Mendoza, el ministro considera que dejar encaminada esta modernización es parte del legado de su gestión. En sus declaraciones, subraya que la llegada de los F-16 no solo mejora la respuesta militar sino que reafirma la decisión política del gobierno de recuperar capacidades estratégicas para asegurar el control del espacio aéreo y marítimo del país.







